Mir ha ganado por primera vez el Campeonato del Mundo de MotoGP en un año extraño, muy extraño. Por eso, tanto su victoria como su Suzuki son un símbolo de pragmatismo, talento e inteligencia.
Joan Mir, clase 1997 de Palma di Maiorca, ha ganado el Campeonato del Mundo de MotoGP 2020. Nadie habría pensado nunca en su victoria antes de este año. Pero en un año en el que todo es posible, también el sueño de Mir se hizo realidad. Quien hable de suerte, o es un envidioso o no conoce bien este deporte: porque la primera regla para aprovechar una oportunidad es estar preparado. Y Joan y la casa de Hamamatsu lo estaban.
Un Reino sin su Rey
Aclaremos algo de entrada: la ausencia de Marc Márquez ha sido un factor que ha ayudado a Mir a ganar. Ha permitido al piloto de Maiorca jugar sus mejores bazas: la inteligencia y el pragmatismo.
No es algo que se pueda dar por sentado. Marc es un piloto poderoso que convierte en oro todo lo que toca en la pista de MotoGP. Una de las mejores cualidades -y quizá también la única debilidad- del campeón de Honda es el hecho de que no puede ganar sin pasarse, sin dominar cada sesión del fin de semana, cada fin de semana. Cuando alguien corre contra él, no puede racionalizar, planificar ni elaborar estrategias. Puede luchar como lo hizo Dovizioso en los últimos años, o el riesgo es acabar la carrera humillado y con los huesos rotos.
Cuando, de repente, el MotoGP se quedó sin su rey, todo el mundo empezó a comprender que este Campeonato del Mundo habría sido diferente. No es un juego de ataque, sino de paciencia. Por lo tanto, es una cuestión de concentración e inteligencia más que de atacar agresivamente. De nuevo, no demos por sentado que la ausencia de Márquez facilitó la victoria de Mir. Al contrario, lo cierto es que la lesión del actual Campeón cambió las reglas del juego una vez más, poniendo a todos al mismo nivel y abriendo un nuevo mundo de posibilidades.
No hay lugar para los errores
Otro elemento a tener en cuenta si queremos entender mejor esta temporada es la revolución del calendario que el Coronavirus ha impuesto a Dorna. COVID controlaba los horarios, los lugares y las condiciones de un Campeonato del Mundo único: empezaba tarde, había que apresurarse y deshacerse del público y de todos los iniciados que no podían acceder a las pistas, paddocks y circuitos.
No es un juego fácil. En un mundo en el que el centímetro y la centésima de segundo son los metros de medida, cambiar las reglas significa volver a aprenderlo todo desde el principio. Nos obliga a comprender rápidamente. Exige aprender sin cometer errores.
En este contexto, Joan Mir comenzó su obra maestra. Tras los altibajos del principio, Mir empezó a triunfar sin cometer más errores, aspirando al podio cuando las condiciones eran favorables y pensando en los puntos cuando los rivales estaban mejor equipados. Sus palabras a Davide Brivio al final del Gran Premio de Teruel fueron: “en este momento no puedo hacerlo mejor. Este resultado está bien”.
El hombre Suzuki ha interpretado brillantemente su tarea. Con su pragmatismo, el arte de ser práctico, y su inteligencia, como ya se ha dicho. Lo ha hecho en silencio y movido por un objetivo en mente, mientras explotaba inteligentemente los errores de los demás. Cuando los oponentes empezaron a comprender lo que ocurría, ya era demasiado tarde.
Un juego de cabeza y corazón
Sin embargo, es un error comparar sólo a Mir con un software muy inteligente. Al público nunca le han gustado los robots en la pista. La gente que ve una carrera quiere ver a pilotos valientes y sin miedo.
La estrella de Mir empezó a brillar de verdad en Valencia 1, cuando el piloto español realizó una brillante carrera que le llevó a la victoria. Una demostración de talento, velocidad y coraje.
Valencia reveló cómo es el piloto moderno perfecto, alguien que une cabeza y corazón.
Forma de vida
Es un sarcasmo, o quizá el destino, que el lema de Suzuki sea “Way of Life”. Equilibrada, elegante y super eficiente como su piloto, la GSX-RR resultó ser la moto perfecta para Mir. Mientras todos los demás se centraban principalmente en el motor, o en el chasis, la moto japonesa ha combinado a la perfección equilibrio y educación.
Aunque no es correcto afirmar que el prototipo de Hamamatsu era claramente superior al de la competencia, es imposible no darse cuenta de la eficacia del proyecto, que fue capaz de ser competitivo en todos los circuitos, en todas las condiciones. Rápida, fácil de conducir y suave con los frenos, la moto japonesa enseñó al paddock una importante lección sobre el papel del conjunto, más que de las partes individuales.
Gran parte del mérito del éxito de Mir es de Davide Brivio y su equipo. Brivio, director del equipo Suzuki desde 2013 tras una experiencia ganadora con Yamaha, ha sabido construir un proyecto deportivo con inteligencia y estrategia. Su gestión ha sido equilibrada, honesta y planificada con eficacia.
El pequeño mundo de MotoGP de Suzuki es compacto, organizado y capaz de mejorar sin necesidad de perseguir el éxito inmediatamente. Pilotos como Mir y Rins son el resultado de un entorno sano, de un crecimiento suave, y esto debe subrayarse dentro de un paddock extremo como el de MotoGP.
El cisne
Joan Mir ha sido comparado con un cisne en un artículo publicado en MotoMatters esta mañana. Elegante e impecable en la superficie, mientras nada frenéticamente bajo la superficie del agua.
Todo el talento, la inteligencia y el pragmatismo mencionados en este artículo tienen un precio. Un Campeonato del Mundo de MotoGP no puede ganarse sin compromiso, sudor y sacrificio.
Mir ha pagado el precio, sólo que más silenciosamente y más lejos de los focos. Se ha mantenido alejado de los lugares públicos durante meses para evitar el riesgo de contraer el Virus y propagarlo. Ha permanecido relajado y concentrado cuando no podía entender la razón de un fracaso o una caída. Aceptó que todo el mundo hablara de que no podía ganar este Campeonato del Mundo.
Mir recordará el 15 de noviembre de 2020 como un punto de inflexión gigantesco para su carrera y su vida personal. Desde ayer por la noche es el Campeón del Mundo de MotoGP. Será el hombre a batir el año que viene (con o sin Marc) y objeto de deseo del mercado durante los próximos años. Por otra parte, será alguien a quien será difícil perdonar un error. Y mucho menos dos. Las expectativas para el piloto español serán muy altas a partir de ahora.
El mundo, para Joan Mir y para nosotros que siempre hemos visto este deporte, ha cambiado en un día. Siempre es así cuando se hace historia.