Fotografía de un deporte que es mucho más que un juego, sino una plataforma inigualable de desarrollo e investigación. Y eso podría salvarnos la vida mañana como salvó la de Zhou Guanyu ayer y la de Romain Grosjean en 2020.
¿Para qué sirve la Fórmula 1? Y, a la inversa, para qué sirven
MotoGP
,
Fórmula E
y las demás series de automovilismo más importantes? Otra respuesta a esta pregunta, quizá la más importante, llegó ayer desde el circuito de Silverstone, en el condado inglés de Northamptonshire.
Al revés
Han pasado literalmente cuatro segundos desde el inicio del Gran Premio de Gran Bretaña de Fórmula 1 de 2022 cuando, desde el fondo del encuadre, un coche al revés atraviesa a toda velocidad la pantalla en una lluvia de chispas. Inmediatamente se marca en rojo y, durante unos segundos, incluso es difícil entender lo que ha sucedido. Las cámaras buscan en el caos de la salida, Ocon, Vettel, Russel, Bottas, Gasly, Albon: todos están en medio. Contando quiénes faltan, el que está en las barreras del fondo tiene que ser el Alfa Romeo de Zhou Guanyu.
El accidente es la mezcla habitual de imprevisibilidad, mala suerte y un error de cálculo de alguien. Por la habitual y singular geometría celestial, Vettel toca a Albon, que golpea a Russell, que a su vez golpea la rueda del chino con la suya: el coche gira como la proverbial rebanada de pan con mantequilla y continúa -en ese momento sin frenos- su carrera contra la superficie de la pista, para luego realizar una última y peligrosísima pirueta.
Tras unos larguísimos minutos de silencio, mientras el circuito esperaba con el corazón en la mano, llegaron las primeras noticias: el piloto está bien, está consciente. Al final de la carrera le veremos charlando con su equipo en el pit lane. Está sonriendo. No tiene ni un rasguño.
Vive la France
29 de noviembre de 2020, circuito de Sakhir, suburbio de Manama, antiguo emirato de Bahrein. Cuando en la primera vuelta del Gran Premio de Bahréin el Haas de Romain Grosjean se salió de la pista a 250 km/h y se estrelló contra el guardarraíl explotando en una bola de fuego, todas las peores pesadillas del circo se condensaron negras y pesadas sobre el Estado del Golfo.
Pasan treinta segundos eternos y el piloto está allí, atrapado en la chapa en llamas, mientras el fuego arde a su alrededor. La FIA corta la transmisión en directo, la ayuda acude al lugar del accidente y, entonces, lo increíble: de la nube de humo y llamas emerge la silueta de Grosjean, que salta por encima del cadáver incandescente y -aún humeante- huye del desastre. Está salvado. El mundo entero respira aliviado y recupera el aliento tras asistir a uno de los peores accidentes de la última década del automovilismo.
A la mañana siguiente, los informes médicos que llegan del Hospital de Bahrein parecen un trago de agua fresca: el conductor de origen suizo sufrió quemaduras en las muñecas y los tobillos, pero nada roto. Ni siquiera una costilla rota. Su foto sonriente es el regalo más hermoso en esta mañana de lunes.
De halos y otras divinidades
Cuando a finales de 2015 la FIA decidió hacer público su diseño del Halo (el sistema de protección para el piloto, consistente en una estructura de tres postes fijada por encima del cockpit del coche) desde gran parte del mundo de la competición llegó la inevitable protesta.
Que la estructura era antiestética, que arruinaba el espíritu de las carreras y que impedía a los pilotos ver bien hacia adelante fueron algunos de los argumentos que pusieron sobre la mesa los detractores.timeo danaos et dona ferentes- olvidando ya el terrible accidente que costó la vida a Jules Bianchi en julio.
Las críticas, por una vez, no impidieron a la FIA seguir adelante con el experimento y hacer obligatorio el Halo desde principios de 2018 para la Fórmula 1, la Fórmula E, la Fórmula 2, la Fórmula 3 y la Fórmula 4 (a partir de 2021). Tras el sofoco inicial, y como siempre ocurre, hasta los críticos más duros tuvieron que calmarse: los pilotos veían realmente muy bien e incluso el ojo se había acostumbrado ya a ese singular objeto montado allí arriba. En resumen, mantengámoslo.
Conduce con cuidado
El Halo es, en realidad, una de las últimas introducciones relacionadas con la seguridad que han llegado a la Fórmula 1. El Circo -pero no el único- ha presionado mucho para que las medidas de protección sean obligatorias para poder presenciar escenas como la de ayer sin tener que llorar a los muertos.
Los que claman por un milagro tras los accidentes de Silverstone y Bahrein están cometiendo el gran error de no reconocer la perfecta sinergia de las células de seguridad, los trajes ignífugos, los sistemas HANS, los chasis de carbono, las barras antivuelco, el Halo, etc.
Se trata de una combinación interesante y paradójica -pero también mágica- porque se sustenta en una pregunta aparentemente sin sentido: “¿Se pueden hacer circular 22 coches a 350 km/h en una pista de nueve metros de ancho de forma segura? La respuesta, tranquilamente para aquellos nostálgicos para los que todavía se corre con gorras de cuero y sin cinturones de seguridad, es que hay que intentarlo.
Para qué lo necesitamos
Para responder a la pregunta planteada al principio de este artículo, es necesario recordar que las series automovilísticas de primera línea son el gran rompehielos que marca el camino de toda la industria del automóvil.
Las presentaciones de
Fórmula 1
El sistema de gestión de la movilidad de los vehículos, la MotoGP, la Fórmula E, el WRC, etc., se está extendiendo a los coches y las motos de todos los días, lo que hace que la movilidad de todos sea no sólo mejor, sino más segura. Cinturones de seguridad, chasis monocasco, suspensión autónoma, control de tracción, tejidos técnicos y dispositivos de seguridad son algunos de los cientos de medidas diseñadas para la pista y trasladadas a la carretera.
Se trata de introducciones “blandas”, que la industria traslada a los coches y motos de producción después de haberlas probado con éxito durante años en las condiciones extremas de las carreras y de haber absorbido los costes de investigación y desarrollo.
Cuestiones muy pragmáticas, pues, y que sitúan -esto es, obviamente, la opinión de quien escribe- al automovilismo en un ámbito muy alejado y diferente del deporte tradicional. Un reino que tiene propagaciones muy tangibles y amplias, que baila en un ballet constante entre el entretenimiento, el negocio y la investigación, que mezcla hábilmente la pasión y la previsión y que -por encima de todo y a pesar de las impresiones- siempre tiene al hombre antes que a la máquina en el centro de su misión.
En resumen, que Zhou Guanyu y Romain Grosjean hayan salido ilesos y de pie de estos increíbles accidentes no sólo es una buena noticia para los aficionados a la Fórmula 1, sino para todos nosotros. Para eso está.
Foto: Clive Mason – Fórmula 1 | Getty Images