Después de 11 años, Marc Márquez deja Honda HRC para unirse al equipo Gresini. Así lo ha anunciado en un lacónico comunicado de prensa, sin firmas ni fotos, la misma Casa del Ala. La misma a la que el español ha aportado 6 títulos mundiales de MotoGP desde 2013 hasta la fecha. Buena suerte a todos y todo lo mejor.
La duración del ballet, la proliferación de rumores interminables en el paddock, las idas y venidas de las charlas de bar le quitan algo de valor a esto, que es efectivamente lo más grande que ha ocurrido en MotoGP desde que el propio Márquez entró en ella hace más de una década. En resumen, la noticia es grande, pero lleva tanto tiempo ahí fuera que se parece un poco a la historia del elefante que da a luz al ratón. Hoy, en los albores del divorcio, aparentemente consensuado, ya está todo el mundo aquí diciendo que lo dijimos nosotros, como si el secreto de Punch y Judy se hubiera buscado alguna vez. Todo bien, pero se sabía.
El subtexto, que pocos discuten hoy porque ya se ha discutido durante los dos últimos meses, es que MotoGP tal y como lo conocíamos está cambiando de cara y de color. En primer lugar, porque Márquez sigue siendo Márquez, y si está bien es competitivo incluso con un triciclo, no digamos ya con una Ducati. En segundo lugar, porque cambian muchos equilibrios, para los aficionados, los operadores, los patrocinadores y los fabricantes.
Nos queríamos tanto
A Márquez no le gustó la nueva Honda que HRC llevó a Misano para las pruebas. Era la última oportunidad que tenía la Casa del Sol Naciente de conservar a uno de los talentos más extraordinarios del motociclismo de todos los tiempos, y la jugaron mal. No es culpa tuya, es mía, y todo ese tipo de cosas que se dicen cuando se rompe una relación y se sabe la verdad, pesan demasiado para sacarlas a relucir al final. Ésa es la historia oficial.
En realidad, los informes dicen que el nuevo diseño no es tan terrible. Claro, reprobado por Márquez y Nakagami, pero promocionado casi con nota por Bradl y Mir, las otras caras de la luna. La opinión de Alex Rins habría sido útil, si el talento catalán en LCR (no por mucho tiempo todavía, porque si Atenas llora, Esparta seguro que no ríe) no hubiera sido golpeado como un tambor al principio de la temporada por la RC213V. Otro adiós y gracias.
De hecho, el proyecto técnico ha sido el elefante en la habitación durante varios años. La moto que no se mueve, el desarrollo que no se desarrolla, el progreso que no avanza. Muchos señalan con el dedo a Minato, olvidando un hecho fundamental en la organización japonesa, a saber, que los japoneses son unos burócratas extraordinarios. Las infinitas capas de gestión en el corazón mismo de la industria japonesa significan que cada decisión no sólo es larga, sino que a menudo se modifica ampliamente a lo largo del camino desde abajo hacia arriba y luego desde arriba hacia abajo. Es una organización que no puede compararse con la de fabricantes más ágiles como KTM, Aprilia y Ducati, donde la toma de decisiones lleva tres tramos de escaleras y probablemente una tarde.
Lo que le ocurre a Honda es lo mismo que le ocurre a Yamaha, y no es diferente de lo que le ocurrió a Suzuki hace un año, cuando la empresa de Hamamatsu desconectó el proyecto de MotoGP mientras ganaba en Valencia con Rins. Asimismo, no hay que olvidar que los japoneses, a pesar de su compleja estructura de gestión, siempre llegan. Y cuando llegan, llegan con la potencia con la que llega una empresa con 16 millones de ciclomotores producidos al año. La misma de la que se burlaron en su regreso a la Fórmula 1 a mediados de la década pasada y que ahora es, en cambio, el imbatible tren de potencia de la Red Bull que bate récords.
Ahora bien, está claro que Honda ha sufrido terriblemente la ausencia de Marc durante los 20 meses de su calvario físico. Por otra parte, es impensable que las cosas dejen de funcionar si el hombre para el que fueron diseñadas ya no está al manillar. En el fondo, y dejando de dar vueltas y más vueltas, no es de extrañar que nadie, desde Mir a Espargaró, pasando por Rins o Nakagami, haya sido capaz en los últimos cinco años de adaptarse a una moto que fue diseñada para Márquez. Una moto que le sentaba como un guante, y que para otros siempre ha sido inconducible.
Por el buen camino
A pesar de la conmoción inicial, la marcha de Marc es una buena noticia para el departamento técnico de Honda, que ahora puede volver a la mesa de dibujo sin la presión de tener que diseñar la moto que complazca a su múltiple campeón del mundo, así como para todos los demás fabricantes. Honda empieza de cero, y esto no es necesariamente una mala noticia: sin ambiciones ni expectativas, la Racing Corporation puede volver a hacer lo que mejor sabe, que es diseñar grandes motos en silencio.
Ducati puede completar por fin el rompecabezas, sometiendo a la Desmosedici a su prueba de resistencia definitiva, además de dotarse de alguien que probablemente ya sea capaz de aspirar al título mundial desde el principio. Se rumorea que Borgo Panigale ya está preparando una Desmo oficial para Márquez -hay dos en este momento-, como las de Bagnaia, Bastianini y el Team Pramac. Esta es probablemente la razón por la que Ducati ha dicho sí a Márquez pero no a su entorno, que o se queda a vestir la camiseta de Repsol o se encuentra buscando trabajo. La desconfianza se debe probablemente a que Márquez sólo ha firmado por un año con el equipo Gresini, mientras que el tiempo dice KTM en 2025, por lo que Bolonia querría que el boloñés trabajara junto al 93, y no con los españoles, que luego se llevan la cabra (el piloto) y el repollo (los detalles técnicos) al año siguiente.
Por parte de KTM, y especialmente de Red Bull, los papeles de separación firmados por el Cabroncito y Alberto Puig huelen bien. Si este año no había sitio para el piloto de Cervera -porque KTM tiene más pilotos que motos-, el futuro en cambio está lleno de posibilidades. KTM espera a Acosta -lapróxima gran cosa- después de 2025 y, desde luego, no le importaría una alineación en la que Márquez también esté presente, así como probablemente Binder. Red Bull está dispuesta, al parecer, a darle su propio giro para cerrar el círculo y completar en el gran diseño internacional un increíble dream team multideportivo, que atestiguaría una vez más su extraordinario poder mediático, deportivo y económico.
Los demás observan, muy conscientes de que ese cambio de peso puede abrir grandes oportunidades, tanto en términos de rendimiento en pista como de posibilidades contractuales.
Adivina quién viene a cenar
En términos de espectáculo, audiencia y telespectadores, el paso de Márquez de Honda a Gresini sólo puede ser un extraordinario comodín en la baraja de Dorna. Te guste o no, Márquez es un piloto excepcionalmente talentoso y combativo, además de una importante figura mediática. Ponerle en la que ahora es la mejor moto del pelotón podría ser el sueño de cualquier aficionado.
Queda por ver si será capaz de ser rápido enseguida y si los italianos serán capaces de ser pacientes: los casos anteriores de Rossi y Lorenzo (que, sin embargo, empezaron a ganar en la final) no son una buena prueba de fuego, sobre todo teniendo en cuenta los diferentes niveles técnicos de las motos y la vehemencia de la competición. Si tuviéramos que hacer una comparación, sería un poco como si Hamilton se fuera a Red Bull, si Mbappe acabara en el Manchester City o Stephen Curry vistiera la camiseta de los Denver Nuggets. En resumen, elige el deporte que quieras, pero en términos de mercado, es difícil encontrar algo más interesante.
Precisamente por eso, y para terminar con una nota más apropiada para estas páginas, esta “gran dimisión” de la memoria cerveriana es una excelente noticia para los patrocinadores, socios y emisoras, que podrán aprovechar el aumento del interés mundial y una lista remodelada. Marc es una baza indispensable en este campeonato del mundo, en el que, si hubiera que buscarle el pelo al huevo, no faltan fenómenos sino personajes. El nuevo piloto de Gresini es el más vendible de toda la parrilla y el más buscado por las empresas interesadas en las dos ruedas. Tenerlo poco competitivo y desmotivado en el fondo de la parrilla no es bueno para nadie, ni para las empresas que lo patrocinan ni para las demás, porque lo más importante para cualquier socio es un campeonato sano, competitivo y con altos valores en el campo.
Es, en definitiva, el comienzo de una nueva y pequeña era para MotoGP: un breve deshielo de uno o dos años en el que el equilibrio está destinado a cambiar, pero en el que es probable que el resultado final sea mejor que el que dejamos atrás.